Juan 1:1 y la erudición católica


Aunque muchos todavía critican la traducción de Juan 1:1 que ofrece la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (la Palabra era un dios), publicada por los testigos de Jehová, es muy interesante notar como una parte considerable de la erudición católica ha ido revisando su opinión sobre la manera de verter la última frase de Juan 1:1, acercándola a la de los testigos cristianos de Jehová (para la opinión de eruditos evangélicos en este tema, ver la entrada en este blog tituladaJuan 1:1 y la erudición evangélica o protestante).

Veamos algunos ejemplos:

El Dictionary of the Bible por el jesuita John L. McKenzie (Touchstone, New York, 1995; pág. 317, 2ª columnna) ofrece la siguiente traducción de Juan 1:1:



Para los que no sepan inglés, esta es la traducción al español de la cita:
Jn 1:1 debería traducirse estrictamente así: “la palabra estaba con el Dios [= el Padre], y la palabra era un ser divino.”
Este diccionario fue publicado con el Nihil Obstat y el Imprimatur de las autoridades católicas, es decir, con la autorización episcopal oficial de los censores que vigilan la corrección doctrinal en las publicaciones de autores católicos. Aquí les ofrezco la página con los datos editoriales de la obra:


Les animo a ver la biografía de John L. McKenzie haciendo clic en su nombre arriba. Según esta, se le considera como uno de los mayores teólogos católicos de EEUU en el s. XX.


El Comentario al evangelio de Juan, por el sacerdote católico, misionero y profesor de Nuevo Testamento Sjef van Tilborg (Editorial Verbo Divino, Estella, 2005), ofrece la siguiente traducción a Juan 1:1, 2 (cursivas del autor):

  1.  En el principio era la palabra
      y la palabra estaba junto a Dios,
      y un Dios era la palabra.
 2.  Estaba en el principio junto a Dios.

Y en sus páginas 17 y 18, hace el siguiente comentario a Juan 1:1:

Aún persiste un problema con la traducción de la frase final: ¿hay que traducir «y un Dios era la palabra» o «y Dios era la palabra»? Esta última traducción es la aceptada generalmente. La gran ventaja que posee es que encaja muy bien dentro del pensamiento monoteísta: hay, pues, un solo Dios. La frase sería una suerte de preparación a la Teología trinitaria posterior: un Dios en tres personas.

Pero hay dos objeciones a esta interpretación:

1. En el cambio súbito de las expresiones se produce una gran contradicción lógica entre 1a-b y 1c. En 1a-b, «en el origen era la palabra y la palabra estaba junto a Dios», la palabra se subordina a Dios. Si 1c dijese «y Dios era la palabra», entonces habría desaparecido la subordinación y se estaría hablando de una (total) equiparación. Respecto de 1a-c como un todo, habría pues que decir: la relación entre la palabra de Dios y Dios es de subordinación (1a-b) y de igualdad (1c); una contradicción lógica, que luego se modifica nuevamente en 1,2 «estaba en el origen junto a Dios».

El texto de Juan, ya en sus primeras líneas, poseería un carácter paradójico.

2. La segunda objeción es, en suma, más sutil. En los versículos 1,1-2 se emplea, en griego, junto al término Dios, dos veces el artículo, a saber, en las frases: «y la palabra estaba junto a (el) Dios» y: «ésta estaba en el origen junto a (el) Dios». Pero una vez no sucedería esto, en efecto, en la frase: «(un) Dios era la palabra». Es decir: el texto de Juan hace una diferencia entre (el) Dios y un Dios.



En el libro El evangelio de Juan: análisis lingüístico y comentario exegético, por Juan Mateos y Juan Barreto (Ediciones Cristiandad, Madrid, 3ª edición 1992, págs. 41, 42) se ofrece la siguiente nota lingüística a la última frase de Juan 1:1:



Estos mismos autores, en otro trabajo titulado Juan. Texto y Comentario (Ediciones El Almendro, Córdoba, 2002; pág. 21; ahora lo publica Herder Editorial) explican lo siguiente sobre Juan 1:1, 2 (cursivas de la obra):




De los tres casos en que aparece en estos vv. el término «Dios», la primera y la tercera lleva artículo determinado (el Dios); la segunda, no lo lleva (un Dios, un ser divino).

El doctor Juan Mateos, jesuita, fue co-traductor con Luis Alonso Schökel de la Nueva Biblia Española; también colaboró en el equipo que preparó la Biblia del Peregrino (llamada también La Biblia de Nuestro Pueblo). Fue profesor del Pontificio Instituto Oriental y del Pontificio Instituto Bíblico de Roma. Juan Barreto Betancort es  doctor en Filología Bíblica Trilingüe y profesor titular de Filología Griega en la Universidad de la Laguna (Tenerife).


Otro ilustre ejemplo: la obra El griego del Nuevo Testamento,
por Max Zerwick (Editorial Verbo Divino, Estella, 2006), en su página 83 explica lo siguiente (cursivas de la obra):

Porque el predicado suele ser el género al que el sujeto pertenece, la naturaleza o cualidad que se predica del sujeto; v. g. καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος (Jn 1,1), donde se atribuye al Verbo la naturaleza divina

Este mismo autor ha producido otro libro, junto a Mary Grosvenor,  titulado Análisis Gramatical del Griego del NuevoTestamento (Editorial Verbo Divino, Estella, 2008). En su página 339 ofrece la siguiente traducción y nota a la última frase de Juan 1:1:
«La Palabra era divina», pred. sin art., insiste sobre la naturaleza de la Palabra.
Este conocido exégeta católico, jesuita, profesor del Pontificio Instituto Bíblico de Roma, indica aquí claramente que en Juan 1:1 solo se dice que el Verbo o La Palabra era de naturaleza divina, no que se identifique con el Dios Todopoderoso. De esta manera, también los cristianos ungidos por espíritu serán partícipes de la naturaleza divina (2Pe 1:4), lo cual no los hace parte de una "Trinidad", como tampoco ocurre así con La Palabra.


También el libro Cuarto evangelio. Cartas de Juan. Introducción y comentario, por Juan José Bartolomé Lafuente (Editorial CCS [Central Catequística Salesiana], Madrid, 2002), en su página 154, ofrece la siguiente traducción de Juan 1:1 (cursivas de la obra):

En un principio era la Palabra y la Palabra era junto a Dios y dios era la palabra.

Como se puede observar, este autor imprime la palabra dios en minúscula la segunda vez que aparece en este versículo. 

Es importante que se sepa que Juan José Bartolomé Lafuente es un religioso salesiano, profesor de Sagrada Escritura en varios centros de enseñanza teológica católicos, por lo que se supone que cree y enseña el dogma de la Trinidad (esto se puede extender a todos los autores citados en esta entrada). Sin embargo, y es lo que queremos destacar aquí, al ofrecer una traducción de Juan 1:1, entiende que al referirse a la Palabra, dios debe escribirse en minúscula, como un nombre común, lo cual gramaticalmente es equivalente a usar el artículo indefinido un.


Otro ejemplo de erudito católico que enseña que la Palabra, en Juan 1:1, es dios (en minúscula) es el doctor Amador Ángel García Santos, autor de la excelente obra de consulta titulada Diccionario del griego bíblico. Setenta y Nuevo Testamento (
Editorial Verbo Divino, Estella, 2ª edición 2016). Se trata de un diccionario griego-español que incluye todas las palabras griegas tanto de la Versión de los Setenta (LXX) como del Nuevo Testamento. Una de las acepciones de la palabra griega θεός (dios) en este léxico es la siguiente (cursivas de la obra):

3. dios, se dice del Logos (Jn 1,1b), del demonio (2 Cor 4,4), de los espíritus o espectros (1 Sam 28,13), de los hombres (Ex 7,1), del vientre del hombre (Flp 3,19)

Como se puede observar, aquí se indica que lo que se dice del Logos (Palabra en griego) es que es dios, en minúscula. 

Don Amador Ángel es dominico, doctor en Sagrada Escritura por la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia (España) y ha sido profesor de Introducción al Antiguo Testamento y Griego Bíblico en esa misma Facultad.


Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego. Edición preparada por Manuel Iglesias S. J. (Biblioteca de autores cristianos [BAC], Madrid, 2017, pág. 381) ofrece en una nota la siguiente traducción a Juan 1:1:



El doctor Manuel Iglesias González, jesuita, ha sido profesor en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma y traductor, junto con el Dr. Francisco Cantera, de la Sagrada Biblia llamada Cantera-Iglesias (Biblioteca de autores cristianos [BAC], Madrid, 1975).


El doctor Senén Vidal en su obra Los escritos originales de la comunidad del discípulo “amigo” de Jesús (Editorial Sígueme, Salamanca, 1997) vierte así Juan 1:1:

En el principio ya existía la Palabra, la Palabra estaba con Dios, la Palabra era divina

 E incluye al pie la siguiente nota (corchetes y cursivas de la obra):

«Divina»: theos (sin artículo) es predicado; no se identifica al logos con ho theos («Dios»), sino que se afirma su «divinidad» (así también, p. e., en Filón, que llama al logos theos [‘divino’], pero no ho theos [‘Dios’])

Es muy interesante mencionar aquí otra obra de Senén Vidal. Se trata de Las cartas originales de Pablo (Editorial Trotta, Madrid, 1996, pág. 301). En esta obra Vidal traduce así Filipenses 2:6:

Él, teniendo un modo de existencia divino, no quiso aprovecharse de esa su condición divina

E incluye la siguiente nota a pie de página (cursivas del autor):

“Teniendo un modo de existencia divino”: ʻexistiendo (hyparchon) en el modo de existencia (en morphe) de un dios (theou sin artículo: divino)ʼ

Senén Vidal fue sacerdote operario de la diócesis de Salamanca y profesor universitario de Nuevo Testamento. Impartió su asignatura, entre otros lugares, en la Universidad de Comillas y en el Estudio Teológico Agustiniano de Valladolid.



Por último, mencionaré al conocido teólogo católico Dr. Francis J. Moloney quien en su obra El evangelio de Juan (Editorial Verbo Divino, Estella, 2005), vierte así la última frase de Juan 1:1:
“Lo que Dios era también lo era la Palabra”

Y hace estos comentarios (cursivas del autor):

Este versículo concluye con una descripción de las consecuencias de la intensa intimidad entre La Palabra y Dios. Aunque tradicionalmente se ha traducido como «y la Palabra era Dios», hay un peligro de que el lector contemporáneo pliegue en una sola entidad la Palabra y Dios: ambos son Dios. El autor se ha tomado la gran molestia de indicar que debe evitarse una identificación entre la Palabra y Dios. La frase griega (kai teso [sic] ēn ho logos) coloca el complemento (theos: Dios) antes del verbo «ser» sin ponerle un artículo. Es extremadamente difícil captar este matiz en español, pero el autor evita decir que la Palabra y Dios eran una y la misma cosa. La traducción «lo que Dios era también lo era la Palabra» indica que la Palabra y Dios mantienen su singularidad, no obstante la unidad que fluye de su intimidad. […]

Lo que Dios era también lo era la Palabra. Desde el punto de vista sintáctico, la frase kai theos ēn ho logos, al colocar el complemento sin artículo antes del verbo «ser» y seguir con el sujeto con artículo, mantiene la distinción entre ho logos y ho theos en el v 1b, pero indica que su intimidad hace a uno lo que es el otro. Como Dios es divino también la Palabra es divina, pero la Palabra no se identifica con Dios.


Como hemos visto, para una parte considerable de la erudición católica, la mejor traducción de Juan 1:1 no es la tradicional, sino aquella que indica que la Palabra era "divina", "un ser divino" o un "dios", es decir, un ser celestial que compartía la naturaleza divina con el Dios Todopoderoso, pero que no se identifica con Él.

Después de todo, resulta que la manera en que vierte Juan 1:1 la Traducción del Nuevo Mundo es erudita, literal y exacta.

Pueden ver algunas traducciones no tradicionales de Juan 1:1, publicadas con anterioridad a la TNM, en la entrada de este blog titulada: Juan 1:1 en algunas versiones anteriores a la Traducción del Nuevo Mundo.
La tra-
ducción «lo que Dios era también lo era la Palabra» indica que la Palabra
y Dios mantienen su singularidad, no obstante la unidad que fluye de su
intimidad.

El

Entrada populares en la última semana